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Los tratamientos cosméticos desarrollados por la odontología han llegado a tales niveles de perfección, que construyen no sólo una ciencia, sino también un arte.

Lo que la naturaleza no da a veces lo puede proporcionar el hombre. Quizás la perfección no sea la misma, pero hay ocasiones en que los resultados son impresionantes. Este es el caso de la odontología cosmética, campo en el que se han desarrollado numerosas especialidades que contribuyen a mejorar la estética dental, a través del tratamiento de alteraciones que afectan la posición, color, forma, tamaño o textura de los dientes, así como las anatomías de las encías y la boca.

El cirujano dentista José Auil, periodoncista y director del centro de Odontología Clínica, explica que en los problemas estéticos mas frecuentes están la manchas en los dientes, producidos por el cigarrillo o el excesivo consumo de té o café. Según el profesional, este problema se soluciona por medio del tratamiento de microabrasión o pulido, que devuelven la blancura de la piezas dentales.

Las manchas internas de los dientes provocados por el envejecimiento o por el excesivo consumo de antibióticos, se pueden tratar con el conocido blanqueamiento. Este consiste en bajar el color de uno o dos tonos, aplicando una sustancia química, por medio de cubetas.

Otros procesos cosméticos muy utilizados por la odontología son: cubrir raíces expuestas y nivelar las encías disparejas usando cirugía. También se puede tratar los dientes muy pequeños o fracturados mediante carillas de porcelana traslúcida, que se adhieren a las piezas dentales originales, después de desgastar levemente su superficie.

Uno de lo tratamientos que emplea la tecnología más avanzada es la implantología.
Juan Carlos Alarcón, cirujano dentista y rehabilitador oral, explica que esta especialidad se usa cuando no hay dientes y el paciente necesita piezas fijas en la boca.

Esta intervención requiere atornillar al hueso maxilar un perno de titanio. Para esto se hace una incisión a nivel de encía, mediante la cual se llega a la quijada, la que se perfora con maquinarias especiales de mucha presión. Luego se coloca el perno y se vuelve a cerrar la encía.

El implante se deja sumergido en el hueso entre cuatro y seis meses, para asegurar su firmeza. Después se abre nuevamente la encía y se monta en el perno de un pilar de cicatrización, sobre el que se adhiere, con un tornillo o con cemento, la pieza de porcelana o resina acrílica.

A pesar de los avances tecnológicos registrados en el campo de la odontología, aún reproducir una pieza dental perfecta es prácticamente imposible.

Por eso, en esta especialidad médica es fundamental la habilidad del cirujano y del laboratorista. Ellos son los creadores de estas pequeñas obras de arte que tratan de reproducir, con la máxima perfección, lo que la naturaleza no da.